Al principio el brío lo era todo.
Luego, la distancia nos saludó
para poder aceptar la convivencia.
Entonces, el brío se alejó,
por unos días,
y nos quedemos
con la distancia y la convivencia.
Pero luego, el brío, igual de silvestre,
vuelve, sin saludar y nos posee
para que recordemos
el temblor, la locura y el vértigo
de estar vivos.
Luego, la distancia nos saludó
para poder aceptar la convivencia.
Entonces, el brío se alejó,
por unos días,
y nos quedemos
con la distancia y la convivencia.
Pero luego, el brío, igual de silvestre,
vuelve, sin saludar y nos posee
para que recordemos
el temblor, la locura y el vértigo
de estar vivos.
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