Suelto mis ganas de ti
como una paloma cautiva.
Y me siento a esperarte.
Como no trabajo
no estoy agotado para el deseo.
Llego a ti ocioso
y con ganas de revivir el asombro cotidiano
y nombrarte cada día.
A la mujer que amo
le crece una palabra por dentro.
Cierro los ojos para escucharla.
Como libélulas
nuestras ganas se encuentran en el aire.
Y parpadeamos con alas de insectos.
A veces el amor salta de la cama
huye de la caricias.
Pero sonríes
y el amor hace fila
para subir a la cama.
Al besarte
al tocar tus labios,
más que el acto espontaneo del beso,
encuentro un jardín de plantas aromáticas.
Hay una cosa de la que no me arrepiento.
De la que jamás me arrepentiré.
Y es haber tenido el coraje de decirte: "te amo".